Con este post inauguramos la sección "Crónicas", donde los invito a compartir sus experiencias gratas, y si quieren las no tanto, sobre las carreras, sentimientos, mejora de tiempos, organización de las carreras, si no les alcanzó el agua, si discutieron con un taxista o lo que quieran. Todos son bienvenidos.
Hoy
Vivi nos comparte su experiencia, cómo entró al mundo del running y sus primeros 10k.
Tengo 33 años y cuando era niña, en
el colegio, practicaba algo de atletismo. En quinto de media, cuando tenía 15 o 16 años, me agarró fuerte esto de entrenar así que me
matriculé en el IPD para poder tener un entrenador como Dios manda. La gracia
me duró menos de año creo, porque por sobre esfuerzo me dio algo que recuerdo
que se llamaba “fractura por estrés del hueso”. Me dolían los huesos desde el
tobillo hasta las rodillas así como si me estuvieran agarrando a golpes con un
martillo. Dejé de entrenar para siempre.
Hace 2 años comencé a correr por el
Pentagonito que queda cerca a donde vivía con mis padres. Nunca, ni en mis más
profundos sueños hubiera imaginado poder darle la vuelta (4.1km) y menos con el
dolor que recuerdo que tenían mis huesos. Pero pude. Sin dolor de huesos. Y así
fue como comencé a reconciliarme con este deporte, con correr…
Vueltas van, vueltas vienen, me inscribí
en una que otra carrera de 5k. Jamás pensé que podría correr 10 km. Dos vueltas y media al aterrador
Pentagonito. No way.
Y bueno, en la última Maratón Lima 42K
Movistar Adidas, que pasaba a una cuadra de mi casa, salí a darles ánimos a los
atletas que por ahí pasaban, incluyendo a varios amigos de la vida. Me dieron
ganas horribles de estar participando en vez de estar ahí mirando, así que
decidí inscribirme en la más cercana carrera de 10k que hubiera desde entonces.
Así que un día, viendo las ofertas de Groupon, mi amiga Mónica se cruzó con la
104 Media Maratón de Lima y 10k a la vuelta de la esquina. Cuando me dijo para
inscribirnos, faltaba exactamente 1 mes para la carrera. Así que manos a la
obra y con un frío intenso, comenzamos nuestro precario entrenamiento diario. A
las 5.45 am, de lunes a sábados sin nada que nos detenga. Sinceramente pensé
que el entusiasmo nos duraría 1 semana, pero no. Estaba equivocada. A medida
que nuestros cuerpos cogían físico y velocidad, ya teníamos al 1 de Setiembre a
la vuelta de la esquina.
Habíamos corrido 10k una sola vez en
todo el mes de preparación. 1 hora 5 minutos 50 segundos. Así que ese se
convirtió en nuestro tiempo por batir. Siendo súper optimistas, lo lograríamos
en 1 hora exacta. Un respetable tiempo para ser unas calichinas!
Dos días antes de la carrera, salí a
correr al Pentagonito sola. A darle SOLO una vueltita, así que corrí con todas
mis fuerzas e hice un tiempazo. Me dieron hasta nauseas de esfuerzo. Creo que
fue demasiado. Al día siguiente no entrené. Solo comí tallarines en el almuerzo
y en la cena como me habían recomendado. Esa noche quería dormir tempranazo
para estar fresca el día de la carrera, pero no pude. Estaba super nerviosa,
ansiosa, con miedo. Como si fuera una carrera de vida o muerte. No sé. Me dormí
como a la media noche.
Al día siguiente me desperté a las 5.45 am, me cambié, me
puse mis zapatillas veloces. No comí nada, no podía. Seguía nerviosa. Llegó
Mónica y nos fuimos tempranazo a ambientarnos en el inicio de la carrera. En el
camino Mónica me obligó a comer la barrita energética que vino junto con el kit
de inscripción. Eso fue todo. Tomamos las fotos de rigor, nos pintamos los
brazos con el logo de la carrera e hicimos el calentamiento con el moreno que
habían contratado para tal fin. Ya estábamos listísimas. Smartphones en manos,
app sincronizadas, tiempos por kilometro memorizados. Era hora de partir!!!
Fueron cerca de 6mil participantes. Asumo que la mitad para correr 21k y la
otra mitad para correr los 10k. Y ahí estábamos, con nuestros números en el
pecho en esas calles estrechas del
Centro de Lima, cuando la Alcaldesa dio la partida. Segundos antes, yo estaba
con lágrimas en los ojos de emoción. Mónica me tomó una foto. Le dije: “salgo horriiiiible”. Entendió que no
quería que la publique en facebook felizmente y de pronto, ya estábamos con
toda la turba en plena carrera.
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Mónica y Vivi en la partida |
Los primeros 4km pasaron literalmente
volando. Súper cómodos. Tiempos geniales. La carrera partió en la Plaza de
Armas de Lima, iba por toda la Av. Arequipa hasta la Av. Javier Prado (Km 7) y
luego daba la vuelta para regresar hasta el Circuito Mágico de las Aguas.
Cuando íbamos 30 minutos corriendo, es decir, por ahí por el Km 5, vimos que ya
pasaba de vuelta el primer puesto de la carrera!!!! Que alucinante!!! Que
veloz!!! Algún día…. En el km 6, había una estación que repartía Gatorade.
Cogimos uno al vuelo, como los runners profesionales. Nos sentíamos unas pro!
Logramos darle 2 tragos porque el resto salió volando por ahí. Y cuando vimos
el arco donde debíamos dar la vuelta, había un by-pass. Es decir una bajadita y
una subidota. Vuelta en U y nuevamente una bajadita y una subidota. Esa última
subidota, me destruyó. Literalmente me destruyó.
Cuando ya estábamos nuevamente
en tierra firme y horizontal, tuvimos que bajar el ritmo. Me sentía totalmente
agotada. Y de pronto me dieron náuseas. Arcadas. Y empecé a bajar el ritmo.
Mónica volteó a mirarme y no sabía qué hacer. Tuve que parar. Le dije que
siguiera con la mano. Ella intentó parar a acompañarme. Le volví a decir que
siga con la mano. Y con la otra me tapaba la boca de las arcadas. Caminé como
una cuadra. Pensaba que jamás podré correr una 21k y mucho menos una 42k. Pero
ya vi que todo lo que parece imposible, con un poco de esfuerzo y dedicación se
logra! Hasta que se me pasaron las náuseas. Los corredores me miraban. Y volvía
a la pista. Comencé nuevamente a coger ritmo. Faltaban cerca de 2.5 km y se me
hicieron eteeeeeeeeeeeernos. Infinitos. En el km 9 pude ver nuevamente a
Mónica. Ahí, a 100 metros. Pero no podía alcanzarla! No quería gritarle para no
distraerla y que continué con el buen tiempo que venía haciendo. No quería
acelerar el paso para alcanzarla porque me daba terror que me vuelvan a dar
nauseas. Y así, corrí pisándole los talones sin que ella lo notara. Hasta que
vi la llegada. Ese gigante arco rojo que nos esperaba. Y la vi llegar, con los
brazos en alto. Y me emocioné! Y yo tras ella, 5 segundos atrás, llegué
destruida!!!
Ahí nos esperaban nuestros esposos. Con
cámara en mano. Inmortalizando el momento. Miré mi Smartphone y habían pasado algo
de 58 minutos!!!!! No lo podía creer!!! Habíamos batido nuestro tiempo y
nuestro objetivo!!! Estaba feliz!!! Estábamos felices!!!
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Vivi y Mónica en la llegada |
Recogimos nuestras mochilas, nuestra
medalla, nuestro Gatorade y nuestro PLÁTANO!!! Esa es la parte de las carreras
que más me gusta!!! Me da mucha risa =) Nos cruzamos con un chico de Kenia o
Nigeria que seguro llegó en los primeros puestos y me tomé una foto con él.
Teníamos las mismas zapatillas!!! Nos encontramos con otros amigos corredores y
todo era felicidad. Es que cuando corres y llegas a la meta te quedas con esa
sensación de felicidad y satisfacción y lo único que quieres es que todos
puedan sentirla alguna vez.
En la noche vimos los tiempos oficiales
y habíamos hecho 58’30” y 58’35” respectivamente. Ocupando el puesto 45 y 48 de
nuestra categoría: Mujeres de 18 a 34 años.
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Vivi y su amigo |
Gracias Vivi!